Domènech construyó el conjunto hospitalario siguiendo una trama urbanística propia, diferente del Eixample, con una alineación 45º respecto a la cuadrícula ortogonal del Plan Cerdà.
De esta concepción resultó un recinto aislado e independiente dentro de Barcelona, una "ciudad jardín" para enmarcar a un modelo hospitalario humano moderno y funcional, a la vez que estéticamente bello.
En su concepción, Doemench i Montaner contó con un espacio de 145 m2 por enfermo, una proporción que en su momento superaba con creces el mayor índice de cualquier hospital europeo. En estos metros por cama, el arquitecto incluyó también los espacios verdes que había proyectado. Esta concepción de ciudad jardín priorizaba el bienestar de los enfermos.
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